"¿Cuándo nos vamos?", nos preguntamos Nuri y yo. Sólo de recordar aquella pregunta se me ponen los pelos como escarpias. Teníamos que planificarlo lo mejor posible: dejar el piso de alquiler (cada uno el suyo), qué fecha para no perder mucho norskkurs, que hacemos con todas nuestras cosas, los coches, algunos papeleos... ¡Qué agobio!, pero vayamos por partes como dijo Jack el destripador.
Las cábalas empezaron con el alquiler. Los dos teníamos un contrato de un año con nuestros respectivos caseros, así que tendríamos que negociar la devolución de la fianza, ésto serviría para acotar un poco más la fecha de partida. La verdad que yo tuve bastante suerte ya que mi casero me dio la oportunidad de que avisándolo con un mes o un poco más de antelación, me devolvería la fianza. Le estaré muy agradecido siempre. En cambio Nuri, no lo tuvo tan fácil porque no le devolvería la fianza, lo dejara cuando lo dejara. Después de hablarlo con su compañera de piso decidió que lo dejaría a finales de Mayo, ya que su compañera de piso también decidió mudarse porque su situación laboral tampoco empezaba a ser todo lo buena que ella quisiera en Tenerife, y ésta necesitaba el piso en Mayo. Esto resultó bueno un poco más adelante. Con esto, decidimos que nos iríamos en Abril, ya que era el mínimo para que yo recuperara la fianza de mi piso y así ya me ahorraría el alquiler.
Ya tenemos mes, Abril. Ahora hay que concretar, eso viene cuando decides como irte. Al vivir en una isla es obvio que en avión o en barco. Finalmente elegimos la vía marítima ya que debíamos cargar con un coche y todas nuestras cosas, que no son pocas. De Tenerife a la península zarpaba un barco a la semana, pero dos compañías distintas; uno que tarda una noche y otro que hace lo mismo en dos noches y dos días. Cogimos el primero por precio y rapidez, lo sé, yo tampoco entiendo porqué el más lento es el más caro. Solamente nos quedaban cuatro fechas posibles. Finalmente caímos en la cuenta que la Semana Santa coincidía con la primera semana de Abril y que justo el Jueves Santo había un viaje. Ya está, al final tú no lo decides, son las circunstancias. A través de este cúmulo de situaciones ya teníamos fecha de partida: 4 de Abril.
Ahora es cuando se tiene esa sensación tan extraña y que te come por dentro, que es la que te baja de una nube y te devuelve a la realidad. Es ese momento en que te sientas, suspiras y sueltas: "Ahora sí que es verdad, me voy". Es muy contradictorio, otra vez. Alegría y tristeza se vuelven a mezclar en tu cabeza, en tu cuerpo, permitiendo que los nervios afloren y te quiten el sueño.
Lo de los coches es algo más complicado de lo que os podáis imaginar. No os contaré todos los papeleos que tienes que hacer y la cantidad de desinformación que hay por parte de la agencia marítima como la aduana, entre otros organismos, para no aburriros. Lo que si os diré es que casi no nos los pudimos traer. Aún recuerdo el día que fuimos a informarnos de los horarios de los barcos y preguntamos en aquella ventanilla que nosotros llevábamos coches y si había algún problema. La respuesta fue que no. Así nosotros, confiados compramos los billetes con bastante antelación y volvimos a hacer la misma pregunta obteniendo la misma respuesta. Para sorpresa nuestra un día antes de partir, la compañera de piso de Nuri, nos dijo que debíamos hacernos no se que papel que si no no podíamos partir. Así que ahí nos tenias a los dos corriendo por Santa Cruz de Tenerife buscando un agente de aduanas que nos hiciera el dichoso papel. Finalmente lo conseguimos.
Ahora os pregunto yo a vosotros, ¿cómo meteríais seis años en un coche?. Nuestra respuesta fue entre correos y el maletero de mi coche. Madre mía, no te haces una idea de lo que tienes guardado, o mejor dicho, acumulado en tu piso hasta que te mudas. Recuerdo aquellos días como episodios en los que cada uno embalábamos algo o terminábamos alguna maleta. Había días incluso en que dábamos norskkurs y mientras uno atendía a clase el otro preparaba cajas, es que si no ya me contareis como lo hacíamos para llevarlo todo. La ropa y cosas del estilo se lo encargaríamos al servicio de correos. Al principio calculas que enviarás una o dos cajas, al final te ves en la oficina con un carro y a punto de mandar siete cajas en total hasta Granada. Aunque la situación fuera estresante, me reía muchísimo (le eché bastante humor) y me sigo riendo hoy día cuando lo recuerdo.
En medio de toda esta locura, seguía habiendo vida. Aún había que estudiar para el norskkurs, y también teníamos que preparar la despedida con todos nuestros amigos. Mi gran deseo era despedirme de todos y que pasáramos un buen día todos juntos y que todos rieran, bailaran o que hicieran lo que les diera la gana, pero estar juntos. Nuestro amigo Facebook nos ayudó. Hicimos un evento invitando a todos nuestros amigos (de Nuri y míos) a que vinieran a una chuletada al monte, ¡que mejor lugar para estar todo el mundo pasándolo bien! Fijamos fecha para que pudiesen cambiar turnos u organizarse la vida y que pudieran venir. La chuletada duraría todo el día permitiendo que viniera más gente. Tengo que reconocer que tuvo mucho éxito y que aunque algunos no pudieron ir (pocos pero que después me pude despedir de ellos), lo pasamos en grande. Fue un día genial gracias a todos ellos; comimos, bebimos, reímos.... Este día me causa cierta nostalgia pero a la vez me llena de enorme alegría poder haberlo hecho posible. Todavía recuerdo el momento de los regalos, ese álbum que tanto me hizo llorar, las fotografías que nos hicimos, el macrocolumpio...Es un recuerdo que se quedará para siempre y desde aquí os digo a todos ¡MUCHAS GRACIAS!.
Pues ya es hora de partir. Ya solo queda un día para irnos, mañana. La verdad es que el último día fue triste. Miraba alrededor de mi piso mientras terminaba de empaquetar las cosas y meterlas en el maletero de mi coche. Por mi cabeza pasaban todos esos años vividos en Tenerife, allí que tantísimas cosas viví y que tanto me hicieron crecer tanto personal como profesionalmente. Pero debía mirar hacia adelante y en todo lo que estaba por venirme, y por supuesto que dejaba a enormes amigos allí que tendría para siempre. Nuri y yo pasamos esa noche juntos en mi piso y al día siguiente pasaríamos por el suyo para terminar de meter un par de cajas y zarpar.
A la mañana siguiente con todo el piso vacío, cerré la puerta y con ella mi etapa en Tenerife. Una vez preparado el coche de Nuri, repostamos gasolina hasta los topes (la gasolina está casi a la mitad de precio en las islas que en la península, así que aprovechamos) lavamos nuestros coches y nos dirigimos hasta la estación marítima a coger el barco que nos devolvería a nuestras casas, el mismo que nos separaría a Nuri y a mí, el barco que firmó mi "hasta luego Tenerife".
Éste barco solo era la primera de las estaciones que me conducirían a Noruega, el viaje continúa y de momento a bordo de un ferry... ¿Continuamos?
2 comentarios:
pero "hola" Noruega...ojalá pudieras estar más cerca. Espero que ese momento llegue algún día.
Yo también lo espero, y también quisiera estar más cerca, pero tal y como están las cosas...
Publicar un comentario