Datos personales

Mi foto
Norway
Nací en la que posiblemente sea la ciudad más bonita del mundo; Granada. Enfermero y orgulloso de poder serlo, inicio un viaje a Noruega en busca de nuevas experiencias y de trabajo. Aquí os contaré mi historia y cómo es mi nueva vida en Noruega. ¿Me acompañáis?

lunes, 22 de julio de 2013

20.El Día "D"

Cuando esperas algo, lo persigues y al fin lo consigues se olvida todo. Todo. Por un momento dejas atrás todo aquello que te hizo daño y que se anteponía en tu camino. Precisamente eso nos decíamos Nuri y yo. Ya teníamos esos ansiados billetes y una fecha para iniciar esa aventura en la que que habíamos puesto tantísima energía y esfuerzo. Daba igual que pudiera ser más duro de lo que creíamos, o diferente, pero nuestros planes seguían adelante.


Os escribo esta entrada en el stua (salón en noruego, ya iréis conociendo algunas palabras noruegas) de la planta en la residencia que actualmente trabajo, y justamente esta tarde tuve una conversación con Nuria y María de lo importante que fue venir a Noruega, simplemente estar aquí y empezar a moverte por este país tan raro y distinto. Todo esto lo entenderéis en entradas venideras. 

Creo que me dejo de rollos y voy al punto donde lo dejamos, que imagino que todos aquellos que seguís este modesto blog tendréis ganas de saber cómo sigue esta aventura, aunque debo deciros que es aquí donde precisamente empieza, como si fuera la segunda temporada de una serie en la que comienza la parte buena y todas las tramas se desatan. A partir de aquí iniciaremos un nuevo punto de partida que cambiará muchas cosas en mi vida.

Como sabéis nos quedamos en la Estación Sur de Madrid esperando a que Nuri llegara con aquellas maletas llenas y pesadas no solamente de ropa. El encuentro volvió a ser fantástico, como si casi no nos hubiésemos visto en todo el verano. Estábamos ilusionados y felices pensando en todo lo que nos esperaría en poco más de 48 horas. Esta vez si que era distinto. Ahora el encuentro era muy distinto, era aquel encuentro con el que soñábamos y aspirábamos desde hacía ya unos cuantos meses. 
Cargados como burros con unas maletas enormes, más los abrigos que llevaríamos a Noruega, llegaríamos al hotel después de haber salvado los obstáculos de las estaciones de metro de Madrid, esas escaleras que están hechas como para que no subas con más de una maleta de mano. Al llegar allí, al fin descansamos y pasamos una tarde de relax hablando de nuevo sobre cómo sería Noruega.

Así llegaríamos al Domingo, un día muy especial. Era nuestro último día en España y los nervios aumentaban al igual que las dudas. También porque pudimos quedar con una persona muy importante para Nuri y para mí, Adri. Ella sería la encargada de realizar la última despedida en suelo español y que mejor entre amigos y tomándonos unas cañas en una terraza de Madrid. Aunque el bar dejaba mucho que desear, la compañía fue excelente y cuando al fin nos despedimos de ella, empezábamos a ser conscientes de todo lo que estábamos haciendo.  

El 1 de Octubre de 2012 era el día D,  el día que conoceríamos Noruega, ese día tan ansiado desde hacía tanto se hacía por fin realidad. 
Tras levantarnos y desayunar decidimos que era mejor coger un taxi, no queríamos volver a hacer una carrera de obstáculos, para llevarnos al Aeropuerto de Barajas, que se encargaría de lanzarnos por fin a Noruega. Allí conoceríamos a los otros compañeros del norskkurs que habían sido “seleccionados” para viajar.





La primera persona que encontraríamos sería Sara. En ese momento no sabíamos lo unidos que estaríamos poco tiempo después. A ella la conocimos bastante ligera de equipaje para nuestra sorpresa y con un chico del que se despidiría poco después tras haber embarcado. Más tarde nos encontraríamos con las otras dos personas que irían en nuestro mismo avión y siguientes conexiones: María e Iris. Al igual que nosotros, ellas estaban también muy nerviosas y expectantes, a excepción de Iris que volaba por segunda vez hacia tierras nórdicas.

Tras un vuelo tranquilo, aterrizamos en Copenhague, donde un elegante y moderno aeropuerto nos daba la bienvenida. Decir que el danés es uno de los idiomas nórdicos que pueden ser entendidos para nativos noruegos al igual que el sueco, por lo que allí empezábamos a escuchar y leer algo parecido a lo que habíamos estudiado, aunque realmente poco entendíamos. Llamaba la atención que había bastantes zonas dedicadas a los niños para que jugaran y pasaran las horas de espera allí. Más tarde en Noruega comprobaríamos que es un estándar en muchos comercios y sitios abiertos al públicos situado en estos países. 




Tras casi cuatro horas de espera y un pequeño retraso del vuelo que nos llevaría a Trondheim, por fin tomamos ese último avión y aterrizaríamos en un solitario Trondheim. Allí esperaríamos al resto: Elena y Artur. Vero que también vendría con nosotros cogió otro vuelo desde Málaga haciendo escala en Oslo pero un retraso la dejó en tierra en la capital noruega y pasaría la noche allí, encontrándonos al día siguiente. Parece que todo lo bueno se hace esperar.

La primera persona noruega que conoceríamos sería Od, un tipo alto y de facciones muy noruegas (creedme cuando llevas tiempo aquí se les reconoce a la legua) que nos sorprendió trayendo un remolque donde cabían todas nuestras maletas. La verdad es que dió en el clavo porque ya llevaba días dándole vueltas a la cabeza de cómo haríamos para ir de Trondheim a Steinkjer, el lugar en donde nos alojaríamos estas semanas, con todo el equipaje que llevábamos encima. 





Recuerdo aquel viaje desde Trondheim a Steinkjer, más o menos hora y media en coche, en el que casi nos da un infarto por la forma de conducir de Od. Pasaba de las curvas, lo hacía todo recto, bamboleaba el remolque con volantazos cuando le apetecía o simplemente soltaba el volante para tomar café. Al principio nos reíamos pero después tuvimos que cortar la broma cuando se volvía literalmente hacia atrás para hablar con nosotros quitando la vista de la carretera. Menos mal que en la carretera no había absolutamente nadie.
En ese momento también empezó nuestro testeo del nivel de idioma. Se le entendía relativamente bien, pero sólo cuando eran las preguntas típicas y fáciles, en el momento que desarrollaba un poco más las respuestas o nos decía algo que no sabíamos de qué iba, no nos enterábamos de nada. Conclusión: nuestra idea del nivel de noruego que teníamos iba descendiendo a la vez que avanzaba el viaje.

Y así llegamos a Steinkjer. Un sitio que jamás había escuchado y que con total seguridad no se lo habréis escuchado a nadie que haya estado de visita en Noruega. Si ahora lo escucháis mucho es por la avalancha de españoles que están entrando por ahí con algunas empresas como AC.

La noche era fría, pero menos de lo que yo creía. Sinceramente me llevé una pequeña decepción porque quería comprobar el frío noruego. Qué ingenuo, ya tendría tiempo de comprobarlo. 
Allí nos esperaría el jefe, H. Fue ahí donde nos dividieron, María y Elena seguirían el viaje media hora más hasta Malm, donde se quedarían en casa de otros compañeros del norskkurs que habían llegado hace unos días. En Steinkjer nos quedaríamos Artur, Iris, Vero, Sara, Nuri y yo. 

Subimos a la casa donde nos alojaríamos y nos asignaron las habitaciones en las que íbamos a vivir. Nuri y yo, dentro del chasco que es que al final no era un piso para los dos y sí una habitación, nos tocó la más grande. La nuestra tenía un sofá, una televisión, que jamás funcionaría, dos armarios y la cama. El resto, eran habitaciones pequeñas.

Era bastante tarde, creo que casi la una y pico de la madrugada y todos estábamos exhaustos, al igual que H. Éste nos reunió y nos explicó con un noruego rapidísimo lo que haríamos al día siguiente y fue aquí donde él y nosotros nos quedamos flipados. Cuando terminó de hablar preguntó como que si estaba todo claro y ninguno de nosotros contestó porque ni siquiera sabíamos que estaba preguntando y mucho menos de qué había hablado. H. lo repitió más lento y nosotros asentimos a la misma vez que nos dimos cuenta que el noruego estaba más en pañales de lo que creíamos. Al final se despidió dejándonos algo que aquí en Noruega es muy importante como una contraseña Wifi, y diciéndonos que al día siguiente haríamos nuestra primera reunión.

Tras avisar a nuestros familiares que ya estábamos allí, en suelo noruego y alojados bajo un techo, comimos algo de lo que cada uno había traído en su maleta y a dormir.

La  primera noche es bastante rara. Apenas duermes e intentas asimilar todo lo que ha pasado en ese día. Te puedes llegar a sentir hasta algo desorientado preguntándote dónde estás, y qué va a pasar ahora. Por primera vez desde hacía muchísimos años sentí esa sensación de lejanía, una sensación difícil de explicar con palabras. Menos mal que Nuri y yo estábamos juntos, y eso podía con cualquier situación. 

Ahora es hora de comenzar, de echarle valor y ganas y poner en marcha todo lo que has planeado y en lo que has puesto tanto esfuerzo. Por supuesto, todo sería muy diferente a como nosotros lo habíamos imaginado pero al fin y al cabo eso sea lo bueno, el camino a recorrer en el que siempre aprenderás. En este camino que aquí comienza quedan aún muchas anécdotas, aventuras y reflexiones que os iré contando como hasta ahora…. ¿Continuamos?

3 comentarios:

BELÉN dijo...

me encanta el remolque-maletas jejeje

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Enrique García Rufián dijo...

Muchas gracias Dorleta! Después de vacaciones continuamos!

Entradas populares