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Norway
Nací en la que posiblemente sea la ciudad más bonita del mundo; Granada. Enfermero y orgulloso de poder serlo, inicio un viaje a Noruega en busca de nuevas experiencias y de trabajo. Aquí os contaré mi historia y cómo es mi nueva vida en Noruega. ¿Me acompañáis?

lunes, 11 de marzo de 2013

17. Relax en Cabezabellosa

Todos necesitamos momentos de relax, de calma. Son momentos en los que pensar está prohibido y lo único que se debe hacer es intentar dejar la mente en blanco y relajarse. Cuando en tan poco tiempo tienes tantos cambios y muchas de las expectativas que tenías no se cumplieron, solamente hay que parar y dejar que esa cabeza loca deje de pensar. Hay que pararse y descansar que después habrá tiempo para decidir qué hacer, cómo hacerlo y cuándo.
Una vez terminado el norskkurs, se terminó esa rutina de "God morgen Neda" por las mañanas. Los profesores y el colaborador pasaron a un segundo plano en nuestro que hacer diario. Ellos se despidieron con un hasta luego, confiando en que todo saldría bien. La sensación que se nos quedó a muchos fue de un vacío en el que había miles de preguntas sin contestar: ¿qué pasará ahora?, ¿cuándo volverán a llamar?, ¿llamarán?. Antes, en el norskkurs, al menos podíamos desahogarnos entre nosotros pero ahora estábamos solos, la relación que teníamos se mantenía con el curso y ahora no estaba. Solo unos cuantos manteníamos muy de vez en cuando el contacto y ver así cómo progresaba todo. Después de todo esto solo quedaba una cosa: esperar. Hace ya muchas entradas os contaba que en esta aventura he llegado a odiar mucho algunas palabras como esperar, pronto o paciencia. A partir de aquí comprenderéis el porqué.

Como contaba en la entrada anterior, Nuri y yo necesitábamos estar juntos y decidimos pasar tres semanas en Cabezabellosa, porque nos llamarían a finales de Julio para marchar a Noruega. De esta forma, descansaríamos esos días, intentando no pensar en nada y centrándonos solamente en nosotros, y la última semana iríamos cada uno para su casa y esperar el momento tan esperado de la llamada. Esos eran los planes. 

Para quien no lo sepa, Cabezabellosa es un pueblo que se alza en la sierra al norte de Cáceres, un pueblo pequeño pero acogedor que sería perfecto para pasar esos días. Aún recuerdo el viaje en coche hasta allí con aquel calor que hacía y que tanto anhelo hoy en Noruega cuando estoy a unos -21ºC. El viaje de ida no se hizo para nada pesado, las ganas de ver a Nuri y estar con ella todos esos días hacía que el cansancio desapareciera. Así, a media tarde nos encontramos los dos en la entrada de aquel pueblo que nos daba la bienvenida. 
Tras descargar los coches e instalarnos en la casa, creamos nuestra primera regla: no se habla de Noruega ni de norskkurs, aquí se viene a descansar. Y así lo hicimos aunque, creedme, fue algo más difícil de lo que algunos puedan pensar. 

La verdad es que aquel pueblo se prestaba para eso, para relajarse. Buen tiempo, hacía calor pero no agobiaba en exceso, buenas vistas..., 
Nuestros días eran parecidos pero nunca llegaron a cansar. Creo que a nadie le hartaría desayunar al fresco por la mañana mientras tienes unas vistas espectaculares desde tu silla. Unos desayunos que venían acompañados por las visitas de las águilas que viajaban cada día desde Monfragüe. Las mañanas eran así, paz y tranquilidad. No había prisa por nada ni por nadie. 
Al mediodía también salíamos fuera a comer y preparábamos unas comidas riquísimas como aquella que preparó Nuria con pluma ibérica...
Como buenos españoles que somos, la sobremesa veraniega es ocupada por una siesta ligera, más que nada para quitarnos esas horas donde el sol no da tregua y hace subir tanto las temperaturas. Aunque la mayoría de las veces íbamos a darnos un chapuzón a la piscina municipal. 
Puede ser que para mí la mejor parte del día era cuando atardecía. Se levantaba una brisa suave que disfrutaba tumbado en una hamaca. Era paz y silencio. Todavía sigue en mis retinas grabado ese atardecer, esa línea roja que marcaba el horizonte y que anunciaba el fin del día. A veces sobran las palabras, y más en esos momentos. Ahí Nuria y yo no hablábamos, solo nos mirábamos sin decir nada, nuestras miradas hablaban por nosotros.

Pero bueno, nos imaginéis que todo era relax y paz, también había cabida para pasarlo bien. Los dos últimos fines de semana recibimos visita. En el primero vinieron Isa y Falle, dos buenos amigos de Asturias, y en segundo vendrían mi hermano Sergio, mi prima Belén y Migue. Gracias a ellos lo pasamos genial esos fines de semana entre reuniones nocturnas, visitas al río, comidas fuera y algo de turismo. Pero todo lo bueno se termina y aquello no iba a ser menos. Era hora de pensar de nuevo en Noruega

Uno de los días llamé a Gustavo, el colaborador, para ver como andaba la situación. El me dijo que seguía parada pero que hasta últimos de Julio no se empezaría a mover nada. Por lo visto en Noruega Julio equivale al Agosto español y casi todos los gerentes y encargados de darnos trabajo en las residencias noruegas estaban de vacaciones. Sinceramente, aquella conversación me desanimó un poco e hizo que me oliera todo un poco más a quemado. Pero aún seguía confiando en que a finales de ese mes nos llamaría, aunque no las teníamos todas con nostros.

Algún día intentamos estudiar algo. Cuando digo estudiar, digo ver algún video, repasar alguna lección o algo, pero fue imposible. Nuestras mentes estaban saturadas de noruego por culpa del último mes así que desistimos en el estudio. A casi todos los alumnos les pasó igual, era muy difícil seguir el ritmo que llevábamos cuando estábamos en clase así que dejamos caer el idioma y eso se notó. Pero en aquel momento había otras cosas más importantes en las que pensar.

Así llegó el fin de estos días. De nuevo tocaba separarse y despedirse. Nos dijimos que nos veríamos pronto y en un aeropuerto. De todas las veces que el maldito noruego ha hecho que Nuri y yo nos separáramos, esta vez fue la que más me dolió. No se porque sería, pero en el momento en que nuestros coches se separaron para el sur y el norte, sentí que me arrancaban una mitad de mí, pero debíamos ser fuertes y aguantar.

Una vez en Granada, sentía que la casa se me caía encima. No soportaba estar sentado en un sofá esperando que llamaran. Cada día era idéntico al otro, sentándome enfrente de mi ordenador con el Skype abierto por si a J. se le pasaba por la cabeza llamarnos como había prometido. No lo cumplió, pues la última semana de Julio pasó sin pena ni gloria y sin ninguna llamada. Dentro de mí había algo que lo sabía pero que no queria verlo, "solo es una semana de retraso, se estarán incorporando todos los supervisores y gerentes que demandan enfermeros, así que daré un poco más de tiempo de tregua", dije. Con esto, nos metemos en Agosto, un mes bastante agridulce y con alguna que otra sorpresa. Pero para eso habrá que esperar a la nueva entrada....



3 comentarios:

BELÉN dijo...

me encanta esta entrada por los recuerdos que me trae...quiero volver!!! ejejeje. lo pasamos tan bien juntos...

ninive drake dijo...

pero, al final todavía no habéis estado en Noruega?

Enrique García Rufián dijo...

Tendras que seguir leyendo para saber cuando y como! ;)

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